¡Qué grandes recuerdos me trae esta tarta! Si echáis un vistazo a mis primeras entradas del blog, podréis observar que ésta es la primera Layer Cake que salió de mis manos. Recuerdo con anhelo y, por qué no decirlo, con cierto nerviosismo aquel momento como si fuera ayer...
Venga, va, os lo cuento un poco, que estoy con ganas de escribir esta noche... Jajajaja. Resulta que dos grandísimas amigas de la universidad se graduaban. En efecto, sé lo que estáis pensando... "¡Mira que es difícil hacer buenos/as amigos/as en la universidad!" Pues sí, pero parece ser que yo lo he conseguido, no me preguntéis cómo. De hecho, y a modo de inciso, ahora mismo estoy escuchando Titanium, de David Guetta porque es la canción que pone la BSO a cada uno de los momentos que hemos compartido juntos y consideraba oportuno volver a reproducirla a modo de inspiración.
Bueno, como os iba contando... Mis dos amiguísimas en cuestión se graduaban, y Monsieur Citron tenía que hacerles un pedazo de regalo. Pero, claro, ya puestos... ¡Que el regalo valga para todos! Total, que dije: ¡Me la juego! Preparo una tartica, yo quedo como un rey y nos ponemos moráos (yo más de lo que ya soy, si cabe). Ya antes había preparado algún que otro postre tipo "Tarta de 3 Chocolates" o "Tarta de Queso", entre otros clásicos varios. Sin embargo, ¡no me iba a presentar con un flan de huevo para celebrar que tus amigas han acabado 4 intensos y durísimos años de carrera!
Yo pensaba... Tiene que ser algo distinto, algo original, algo que digas: ¡la leche, qué cosa más bonica! Pero que a su vez no fuera demasiado arriesgado por si la pifiaba. Harto de ver vídeos en Youtube, de leer y releer libros de cocina, opté por intentar hacer una Layer Cake. Una vez que el concepto estaba semi-claro, tocaba decidir sabores y estética. Lo de la estética en verdad no fue tan complicado, pues desde el primer momento tenía clarísimo que debía representar los colores de la bandera de nuestra amada Francia.
Con bolígrafo en la mano y una hoja de papel bastante amplia, me pongo a apuntar ingredientes, pasos a seguir e, incluso me atrevo a dibujar un boceto (el cuál quedará guardado en el cajón más recóndito y escondido de mi habitación por siempre y para siempre, jajajaja). Según leí, una Layer Cake se compone de un mínimo de 2 bizcochos, rellena y decorada generalmente con una crema llamada "Buttercream". Lo primero que me puse a investigar fue el bizcocho. Tenía que ser rojo, para que cuando partiéramos la tarta, la gente se sorprendiera aún más. "Me suena a mí de algo eso de Red Velvet, pero... ¿eso estará bueno? ¿eso cómo se hace?" - me pregunté. Tras buscar varias recetas, finalmente me quedé con una. Ahora era el turno de "la Buttercream" esa famosa, que consistía básicamente en mezclar mantequilla con azúcar glasé "y poco más". Supuestamente, la crema que suele acompañar al bizcocho de Red Velvet es la de queso, pero consideraba que me iba a quedar demasiado blanda y en la primera vez no me la quería jugar tanto. Así que busqué la receta de una buttercream de chocolate blanco que me convenció bastante.
He de decir que el bizcocho me quedó fantástico, sin errores. La buttercream también bien. Pero para la decoración... ¡me las vi y me las deseé! Eso no había manera de dejarlo liso, y ya llevaba unos cuantos-bastantes intentos. Finalmente medio-atiné a dejarla visible. Aquello parecía un lienzo en blanco en el que podías dar rienda suelta a la imaginación. Pensé que hacer unas rosas podría quedar bastante elegante, y si encima las hacía en azul, de esta manera ya completaba los tres colores que quería representar. La primera salió bonica, la segunda casi que también... Pero conforme más hacía, ¡peor salían! Y es que resulta que el calor de las manos hace que la buttercream se derrita y sea más difícil de manejar. Total, que terminé de hacer las rosas como buenamente pude y les puse unas bolitas plateadas de azúcar. No satisfecho del todo con el trabajo realizado, me dispongo a hacerle un ribete en la parte de abajo, esta vez de color rojo. ¡Qué cosa más horrible! Eso parecía un tutú o, mejor dicho, ¡un tutú derretido! "Bueno, yo lo voy a dejar así y que sea lo que Dios quiera" - pensé. Había comprado una caja super chula con ventana y todo para poder ver lo que había dentro. Cuando me dispongo a meterla, voy y le pego un restregón en todo el lateral. Varios miembros de la corte celestial me pasaron por la cabeza en aquel maldito momento, lo reconozco. Tras pedir perdón vía Whatsapp, me relajé un poco y terminé por dejarla con su restregón correspondiente. Por suerte, contaba con el apoyo moral de estas personas tan fantásticas y finalmente pudimos disfrutar de la tarta. Menos mal que estaba mejor que buena, porque si no... Jajajaja.
Varios meses después, me he atrevido a volver a revivir aquel momento, aunque esta vez lo hago con una versión 2.0 y con menos altercados, jajajaja.
No voy a publicar la receta porque realmente he seguido la misma. A continuación os facilito el enlace para que podáis pinchar en él y disponer de la receta con mayor facilidad.
Resulta que esta vez me ha sobrado un poco de Buttercream, así que he optado por idear unas galleticas con rosas de este frosting tan fantástico. Aquí os dejo una fotico:
Es algo super fácil de hacer y que os recomiendo poner en práctica, sin duda. Por no hablar de lo bonitos y vistosas que quedan.
Bueno, me voy a ir despidiendo ya que hoy me he explayado escribiendo, jajajaja. ¡Nos vemos prontísimamente con más recetas deliciosas!
Un abrazo muy fuerte,
Monsieur Citron.